Cuando se habla de inteligencia, generalmente se piensa en personas que son capaces de
desempeñarse bien en casi cualquier ámbito de la vida, sobre todo en el
profesional o laboral.
Se imagina uno a personas ‘sagaces’, con pericia para resolver problemas e incluso para
sacarnos de situaciones de apuro, en medio del peor escenario. Al menos yo, así
lo veo y con esta manera de actuar asocio la inteligencia.
Por supuesto, no la estoy definiendo, tan sólo describiendo
cómo yo veo a quienes tiene esa habilidad, características o capacidad, como la
quieras llamar.
Lo que no imagino -y de esto quiero hablarte- es que estas
personas se “despojen” de sus
conocimientos y habilidades -precisamente ésas que las hacen inteligentes- para resolver problemas.
Tranquilo, no estoy diciendo algo ilógico. Ahora me explico:
sucede que se cree las personas que manejan el concepto de inteligencia
emocional “se despojan” de
sus emociones para poder actuar bien en los aspectos más importantes de la
vida.
En realidad, muchos creen que las personas inteligentes
emocionalmente han “reducido”
sus emociones al mínimo y han logrado que éstas sean tan “irrelevantes” que no interfieran en
su forma de actuar.
¿Se puede cree entonces que una persona con inteligencia
emocional es capaz de aprender más rápido -que es lo que Natural English busca- porque no hay
obstáculos que interfieran en el proceso?
Si crees en eso o imaginas a las personas inteligentes
emocionalmente de este modo, creo que no estás en el camino correcto.
Lo cierto es que la inteligencia emocional se trata
identificar, controlar y expresar de la mejor forma nuestras emociones. No se
trata de “acallarlas” o “aplacarlas”, aunque en cierto modo el
resultado final así lo haga ver.
Tan sólo imagina a una persona que no pierde el control, aún en
la situación más desquiciante, seguro pensarás que ha “dormido” sus emociones ¿no?
De hecho, si nosotros no nos hemos introducido a esta práctica
e intentamos controlar la ira, estaremos muy lejos de ser personas
emocionalmente inteligentes. Me atrevo a decir que, incluso, como dicen
comúnmente, “toparemos con
pared”.
Recordemos que las emociones son parte del ser humano, y que
están ahí por algo y no precisamente para hacernos la vida de cuadritos. En
realidad, “nos están diciendo algo”, no están “alertando” de algo, no están “previniendo” e incluso “salvándonos” -en algunos casos- de daños
mayores.
¿Qué te tiene molesto en este momento
o qué te incomodó al grado de
que te robó tu atención en algún
momento del día?
El verdadero problema es que tarde o temprano ese enojo se
expresará de alguna forma, más si no has identificado plenamente la causa, y si
no has sido capaz de llevarlo hacia un “sitio seguro”.
No intentemos hacer algo que no hemos aprendido, como no
intentemos hablar inglés si
no tenemos los conocimientos básicos, no porque sea malo -en el caso del inglés- sino porque seguramente “chocaremos” y eso incluso puede provocarnos más ansiedad y más
miedo.
Por eso, al igual que ocurre con la inteligencia racional, que
estudiamos, aprendemos, buscamos a expertos, nos preparamos, etcétera, hay profundizar en la teoría,
herramientas y práctica de la inteligencia emocional para que podemos saber
actuar y sobre todo no confundir.
Nunca dejaremos de sentir como nunca dejaremos de pensar: tan
solo lo haremos con un enfoque positivo ¿por qué no lo intentas?
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